Ante
todo quiero agradecer a Magaly Espinosa y al Centro Cultural de España
-que dirigido por mi coterránea gallega Ana Tomé se
ha convertido en un verdadero foco de cultura en esta ciudad-- por
la oportunidad de reunirnos esta tarde. Quiero también pedir
disculpas por no haber podido participar en la fecha en que se impartió
el seminario debido a encontrarme fuera del país. Agradezco
por lo tanto doblemente a las organizadoras por haberme permitido
participar fuera de fecha. Quiero también agradecer la presencia
en la sala -hasta donde alcanzo a ver-, de dos personalidades de la
cultura cubana, Desiderio Navarro y Sacha.
Esta charla forma parte de un seminario de curaduría, y me
pareció que era interesante referirme a un proyecto concreto,
hablar desde la experiencia práctica de un trabajo más
que de un enfoque más teórico o general. Quería
abordar además una de las prácticas más controvertidas
y difíciles de la curaduría: el llamado arte urbano.
Intentaré discutir algunas ideas alrededor de esto y presentarles
un proyecto del que me ocupo en este momento, con todas sus complejidades,
contradicciones y resultados posibles, pero hacerlo desde la práctica
misma de este proyecto.
El arte urbano es objeto de debate. Se cuestiona sobre todo el papel
agresivo de los curadores y los artistas al intervenir en espacios
públicos planteándole a la gente algo que quizás
no es de su interés o hasta los agrede. Otra cuestión
es que a veces se hace arte en un ámbito abierto o para una
ciudad, pero las obras sólo puede apreciarlas una élite,
como si se sacase la galería a la calle. Se proclama que se
ha hecho un arte social, un arte de alcance ciudadano, un arte público,
cuando en realidad es público porque está puesto ahí
fuera, pero en realidad pocos lo entienden o les interesa, o hasta
se burlan de él. Es decir, no se logra una comunicación
pública.
A veces se convoca a artistas a trabajar con una ciudad. Ellos van,
tienen una experiencia con esa ciudad, se relacionan con ella, pero
hacen obras de carácter introspectivo, cuyo destino final suele
ser una galería o un museo. Estos trabajos responden a una
reacción personal de los artistas ante la ciudad. Pueden producirse
piezas excelentes, como en el caso paradigmático de Francis
Alÿs, cuya obra ha consistido fundamentalmente en caminatas por
distintas ciudades en que él lleva a cabo una experiencia,
y después imprime unas postales que manda por correo. Son obras
que, podríamos decir, abrazan la ciudad, pero se manifiestan
en una práctica más personal, más introspectiva.
La idea de hacer un proyecto internacional de arte urbano en Panamá
surgió como respuesta a la invitación que me hizo la
Fundación Arpa. Visité Panamá por primera vez
como jurado de la Bienal de Panamá 2000 y quedé fascinado
por el carácter único del lugar. Allí conocí
a un grupo de jóvenes artistas, críticos, arquitectos
y escritores panameños que están transformando la situación
conservadora y de vacío cultural prevaleciente. Ocurre además
que esta nueva intelectualidad está mirando a la Ciudad de
Panamá, redescubriéndola. Todo esto, y mi propio deseo
de hacer un proyecto de arte urbano, me llevó a cometer el
error de proponer CiudadMúltiple. Me parecía que un
proyecto así encajaba con la orientación de la cultura
actual en Panamá. Se trata de una cuestión básica
para el trabajo de curaduría internacional: el curador no debe
apearse de un platillo volador en una ciudad e imponer una idea que
a lo mejor es interesante en abstracto, pero tiene poco que ver con
los lineamientos e intereses de la cultura en ese lugar. Es a menudo
el caso de las bienales internacionales, que se hacen en ciudades
segundonas con vistas a atraer atención internacional, turismo,
etcétera, pero suelen carecer de imbricación con las
urbes de las cuales sede y cuyos nombres portan. En esta perspectiva,
me parecía que era plausible un proyecto que formara parte
del esfuerzo local por acercarse a esa compleja ciudad que es Panamá.
Ahora bien, decía que cometí un error al proponer CiudadMúltiple,
y fue el resultado de quebrar una regla de oro: todo proyecto de curaduría
debe adscribirse a las posibilidades de la situación concreta
en que se hace. Ocurrió que había quedado muy impresionado
con el grupo de jóvenes intelectuales que me habían
recibido en Panamá, que son gente avanzada, inspiradora, sofisticada,
pero constituyen una élite muy pequeña en el país.
En Panamá no hay tradición de arte contemporáneo,
ni de colaboración del estado o la empresa privada con la cultura.
Un proyecto con las complejidades de CiudadMúltiple hubiera
sido difícil de hacer hasta en Rotterdam. Hemos tenido que
hacer un extraordinario esfuerzo de explicación, de acercamiento
a políticos, a empresas privadas, a instituciones... Ha sido
como romper la selva. Eso sí, ha habido la voluntad de escucharnos,
y hemos sido recibidos hasta por la Presidenta de la República,
y tenemos un franco apoyo del canciller. Pero estamos llevando adelante
una ruptura, abriendo nuevos caminos, y esto es siempre muy difícil.
También resulta fascinante, pues sí estamos seguros
de avanzar en una dirección necesaria para el país.
Panamá es un lugar donde se mueve el dinero, Tiene solamente
un 37% de su población en niveles de pobreza, lo cual podemos
comparar con Brasil, que tiene el 52%. Brasil es una de las grandes
economías del mundo y tiene más de la mitad de su población
en nivel de pobreza. Recuerdo aquella frase de un antropólogo
brasileño que decía: "la mitad de la población
del Brasil pasa hambre, y la otra mitad hace dieta". En Panamá
no hay este contraste tan fuerte. Se evidencia en el hecho de que
los panameños no emigran, como el resto de los latinoamericanos.
Panamá es, por el contrario, un lugar de recepción de
inmigrantes de Asia, Europa y América Latina.
En el país existe un circuito de galerías, se vende
arte, pero este circuito es muy comercial, conservador, y constituye
un peso muerto que dificulta el desarrollo del arte contemporáneo.
Existe también una bienal nacional que ha tenido seis ediciones
patrocinadas por una cervecería, pero ha sido una gran lucha
que la Bienal se haya ido abriendo finalmente, a partir del 2000,
a prácticas de arte contemporáneo. Les decía
a mis colegas panameños que extrañaba a los burócratas
cubanos de los años '80, con los que teníamos tantas
discusiones, pero por lo menos había un nivel de diálogo
porque sabían qué era un performance o una instalación.
Otro problema es la debilidad de la infraestructura educacional en
Panamá. Nosotros queremos que el proyecto no sólo tenga
un impacto sobre la ciudad y sus gentes, sino que actúe como
una experiencia educativa por vía de la participación
de los artistas visitantes. Queremos que cada visita previa de los
artistas para concebir sus obras constituya una suerte de taller informal
que involucre a estudiantes, artistas, diseñadores y arquitectos
jóvenes, quienes ayudarán a los artistas visitantes
a hacer sus obras. De este modo resolvíamos el problema de
la ayuda práctica a los artistas participantes, pero a la vez
éstos se convertían en una especie de instructores de
los jóvenes, quienes tenían la oportunidad de trabajar
con grandes figuras.
Queremos que la ciudad sea la protagonista de CiudadMúltiple,
como un proyecto en el cual las obras tengan complejidad y significado
artísticos, y a la vez puedan ser decodificadas por la gente
de la calle. En algunos casos buscamos que involucren participativamente
a la población, o que digan algo a comunidades específicas
en la ciudad. Trabajamos con artistas internacionales que poseen experiencia
en esta dirección, a los cuales convocamos; y en algunos casos
hemos usado proyectos ya existentes,
La creciente pedantería de los curadores resulta detestable.
Es cuando menos ridículo que un curador se encarge él
solo de organizar una bienal o un gran evento en un país o
en una región, adscribiéndose la facultad de decidir
sobre todo. No hubiese aceptado hacer CiudadMúltiple si no
fuera contando con la participación de un colega panameño
al mismo nivel. He tenido la suerte de trabajar con una crítico,
curadora y editora panameña, Adrienne Samos, que es una persona
extraordinariamente cultas y sensible. Realmente soy yo quien está
aprendiendo de ella, y tenemos una relación de trabajo excelente,
y así como con el resto del equipo.
Podemos ver la estructura organizativa que diseñamos aquí
en la pizarra. Dos co-curadores con dos asistentes de curaduría
(Ramón Zafrani, de Panamá, y la española Mónica
Portillo, quien trabaja en el Museo de Luxemburgo y nos ayuda sobre
todo con los artistas europeos y en la búsqueda de patrocinio).
Después una secretaria (Ana Elena Valdés), un coordinador
general (Eduardo Araújo), y aquí se abre el organigrama
en trece encargados del proyecto de cada uno de los trece artistas
participantes. Ellos son artistas, arquitectos o profesores jóvenes
panameños, quienes trabajan directamente con cada uno de los
artistas. Ellos organizan a su vez un equipo de estudiantes, profesores
y artistas con el que trabajan la obra en sí.
Esta estructura descentralizada nos permite abordar un proyecto de
la complejidad de CiudadMúltiple, y, a la vez, funciona como
un sistema de talleres informales, según decía. Esta
estructura permite además que este trabajo se haga gratuitamente.
Cada artista invitado efectúa una visita previa a Panamá
para conocer la ciudad, concebir su proyecto y presentar su trabajo
previo mediante una charla pública, como parte de la agenda
educativa del proyecto. La estructura descentralizada ha facilitado
mucho que los artistas visitantes se adentren en la ciudad viva y
sus ambientes, de la mano de sus colegas panameños. Casi siempre
terminan yéndose a las cantinas y fumando marihuana, lo que
me parece bien porque la cultura no solamente se hace en los museos
y en las bibliotecas, sino también en la calle, los bares y
la cama... La relación entre los artistas visitantes y sus
jóvenes colegas locales ha sido en mi opinión lo que
mejor ha funcionado del proyecto. Se han tejido relaciones muy importantes
para los panameños, que se encuentran bastante aislados. Una
estructura centralizada en los curadores no hubiera posibilitado en
sí misma el establecimiento de un contacto tan profundo con
la ciudad real y sus gentes.
Veamos la presentación de Power Point. CiudadMúltiple
es auspiciado por la Fundación Arpa, una entidad sin fines
de lucro creada recientemente en Panamá. Busca promover las
artes visuales, el teatro, y la literatura contemporáneos,
la protección del patrimonio, etcétera. Es un ejemplo
de respuestas que pueden dar los intelectuales en un país donde
se carece de estructuras: simplemente apartarse de la cultura de la
queja y crear sus propias estructuras. En América Central existen
ejemplos muy estimulantes de agrupaciones de jóvenes intelectuales
que están produciendo la cultura viva en la región,
fuera de los marcos institucionales. CiudadMúltiple es el primer
proyecto mayor que organiza Arpa.
Voy a hablarles algo de Panamá, para que se den cuenta de algunas
de las cuestiones que atañen al proyecto. Panamá es
un pequeño país que no llega a los cuatro millones de
habitantes. Toda su historia ha estado determinada por su configuración
geográfica: una muy estrecha franja de tierra que une el Pacífico
con el Atlántico; son sólo 50 millas entre un mar y
el otro. Desde el siglo XVI, Panamá ha sido un ámbito
de conexión entre mundos. Antes de que se construyera el Canal
el tránsito interoceánico se hacía a través
del río Chagres y a lomo de mulo. El istmo era un corredor
global mucho antes de la globalización.
Una "contradicción" regional de Panamá es
ser un país caribeño, que tiene poco que ver con el
ámbito de la América Central en términos económicos,
históricos y culturales. Incluso la Mesoamérica prehispánica
terminaba en Costa Rica. Después el país estuvo siempre
vinculado con la dinámica regional caribeña, a cuyo
ámbito responde. Así, Panamá es una ciudad caribeña
en el Pacífico.
Este mapa nos muestra algo único en el mundo: el Canal de Panamá
y la antigua Zona del Canal, que hasta época muy reciente fue
un país dentro de otro país. Era un territorio bajo
el gobierno de Estados Unidos, con una extensión de cinco millas
a cada lado del Canal. Tal situación obligó a la Ciudad
de Panamá a crecer apretada entre el océano y la Zona
del Canal. Esto hace que sea una de las ciudades más altas
de América Latina. Según el último censo, la
urbe tiene 700 ocho mil 438 habitantes. Es una ciudad muy pequeña,
una aldea con rascacielos.
La Ciudad de Panamá la Vieja fue fundada en 1519 en la costa
del Pacífico. Se trata de una de las más antiguas villas
erigidas por los europeos en la Tierra Firme, pues correspondía
con la dinámica histórica temprana en el Caribe. La
ciudad fue destruida por Henry Morgan en 1671. En 1673 se fundó
la actual Panamá, un poco más hacia el oeste de las
ruinas de la primera ciudad.
Aquí ven el casco histórico de la ciudad "nueva",
llamado San Felipe, declarado Patrimonio de la Humanidad. Salvo Antigua,
en Guatemala, no hay nada en América Central que se asemeje
a este desarrollo urbano temprano. El área no ha sido muy afectada
por el turismo, que tiene una incidencia todavía incipiente
en Panamá. El país se había ido salvando hasta
hace poco del destino turístico del Caribe debido a que tenía
otras fuentes económicas: el Canal, el comercio, la actividad
bancaria y de seguros, los negocios sucios, el lavado de dólares,
el tráfico de drogas... Había otras maneras de buscarse
la vida allí sin tener que lanzarse a algo tan terrible como
el turismo. El casco histórico de Panamá todavía
es un barrio vivo, popular, habitado, no una Disneylandia como está
ocurriendo con otro casco histórico de cuyo nombre no quiero
acordarme.
En esta imagen ven una típica fortificación caribeña
del siglo XVI-XVII, sólo que está en el Pacífico.
Observen esta otra de la parte vieja de la ciudad desde el Pacífico,
con sus edificios también típicamente caribeños.
Aquí ven el contraste entre el casco histórico y el
Panamá moderno, uno mirando al otro a través de la bahía
en forma de C, parecida al litoral habanero. En esta foto se aprecia
el enorme reservorio ecológico que es la Zona del Canal. Allí
hay medio millón de hectáreas de bosques impolutos;
se producen diariamente 12 mil millones de metros cúbicos de
agua pura, y hay 850 variedades de animales silvestres, todo esto
a quince minutos del centro histórico. Es fascinante: la selva
está ahí mismo, la ciudad ha sido excavada en la selva,
que resurge en cada maceta y en cada jardín. En Panamá,
como en Caracas, uno puede morir mordido por una serpiente venenosa
en su propio patio. Hay más variedad de aves en Panamá
que en toda la América del Norte, incluido México.
En esta vista aérea se aprecia el contraste entre la selva
y la ciudad moderna, con su delirio de rascacielos. Vean aquí
la arquitectura canalera, que ha sido estudiada por el profesor panameño
Eduardo Tejeira Davis. Es un ejemplo maravilloso de adecuación
a una situación climática y ecológica, un modelo
de una arquitectura preparada para responder a las necesidades del
trópico. Otra cuestión fascinante es cómo todo
este patrimonio fue revertido al país de golpe. No conozco
ningún otro caso donde partes de la ciudad fueran bases militares
de un país extranjero, y que de pronto se revirtiera todo ese
terreno y toda esa arquitectura a la ciudad. Panamá se encuentra
en el proceso de asimilar toda esa área. Todavía existen
fronteras sicológicas: a los panameños les parece lejísimo
ir, por ejemplo, a la antigua base de Albrook, que en realidad está
muy cerca del centro. Pero los panameños ya han comprado estas
casas y la ciudad va entrando en las antiguas bases militares. Por
supuesto, a los panameños les parece muy aburrida esta arquitectura
funcional, y han construido escaleras barrocas, frontones griegos
y todo tipo de aditamentos de prestigio.
Panamá es una urbe eminentemente comercial, llena de signos
y anuncios. Hay ciento cincuenta y dos bancos, establecidos allí
para disfrutar las facilidades financieras que se brindan. Es también
una ciudad llena de lo que Rem Koolhass llama "espacios-basura",
esas formaciones teratológicas traídas por la modernidad
a las ciudades contemporáneas. Vean aquí la fuerte presencia
de las instalaciones de aire acondicionado, Panamá es llamada
"la ciudad más fría del trópico", porque
hace un calor espantoso todo el año, pero uno se congela tan
pronto entra en un auto, en una casa o en una tienda; hay que ponerse
un abrigo para resistir el aire acondicionado tan fuerte.
Este es el Puente de las Américas, en la entrada o salida del
Canal de Panamá en el Pacífico, junto a la ciudad. Este
puente es un lugar extraordinario, el único punto que une los
dos segmentos del continente cortados por el Canal. Aquí tienen
Punta Paitilla, donde viven los aristócratas panameños,
los llamados rabiblancos, la gente más rica de Panamá,
quienes viven aglomerados en esta especie de favela de millonarios,
en donde siguen brotando los rascacielos.
La diversidad cultural y étnica de Panamá es impresionante,
parece una pequeña Londres. Hay una gran cantidad de población
originaria de la India, de Pakistán, de Grecia, de Europa Central,
de China, de Corea, de todos lados, gentes que conservan sus costumbres,
visten sus trajes típicos, incluso la gente joven: O sea, se
mantienen en una cierta cultura de ghetto, pero por otro lado interactúan
con el resto de la ciudad.
Este es el templo Bahai: sólo hay siete en el mundo, esta religión
los funda sólo en lugares de gran contacto mundial. Existe
también un templo hinduísta, el único que conozco
en América Latina -salvo algunos muy modestos en las islas
pequeñas del Caribe-, hecho Panama style, en grande.
Existen cuatro grupos indígenas en el país, que conservan
sus costumbres y sus comunidades, y a la vez participan en la vida
urbana. El barrio chino es muy viejo, pobre y marginal; queda en el
área histórica. No quiere decir que no haya una comunidad
china muy próspera en Panamá, la cual está establecida
en otras áreas.
A pesar de todo esto que hemos ido viendo, Panamá es una ciudad
sin mito. Un objetivos de nuestro proyecto es tratar de descubrir
y mitificar la ciudad para sus propios habitantes y para el resto
del mundo. Queremos que la ciudad sea la protagonista principal, no
un escenario.
Los artistas que participan en CiudadMúltiple son Brooke Alfaro
(Panamá), Francis Alÿs/Rafael Ortega (Bélgica/México),
Ghada Amer (Egipto/E.U:), Gustavo Araújo (Panamá), Gustavo
Artigas (Mëxico), artway of thinking (Italia), Yoan Capote (Cuba),
Cildo Meireles (Brasil), Juan Andrés Milanés (Cuba),
Jesús Palomino (España), Humberto Vélez (Panamá),
y Gu Xiong (China/Canadá). Fueron seleccionados por el tipo
de trabajo que hacen, y en algunos casos por proyectos que ya conocíamos,
que les hemos pedido volver a hacer o readaptar.
Alfaro tiene una relación muy estrecha con la gente de los
barrios marginales. Es prácticamente un antropólogo,
un observador participante de la marginalidad panameña, y esto
lo ha plasmado en varios videos artísticos. Aquí vemos
los edificios multifamiliares de Barraza, el barrio más peligroso
de la ciudad, sobre todo a causa de pandillas juveniles que se matan
entre sí. Alfaro ha ido relacionándose poco a poco con
los pandilleros. Su idea es filmar separadamente a dos grupos rivales
cantando una misma canción del Roockie, un ídolo de
la juventud marginal y expandillero, que canta un tipo de música
llamada plena, un híbrido de reggae con hip hop y otros aires.
Después Alfaro planea proyectar el video doble en la fachada
de uno de los edificios de Barraza, como diciendo: "bueno, ustedes
se matan, pero ustedes son lo mismo, piensen un poco en eso".
A la proyección iría gente de toda la ciudad y del mundo
del arte internacional, lo que viene a ser otro performance, pues
en Barraza nadie se atreve a entrar habitualmente. Vamos a ver ahora
un video, que es sólo una grabación de prueba de tres
pandilleros cantando. De ellos hay uno que tiene seis balazos en el
cuerpo, el otro está preso y el otro desaparecido. Éste
es un problema que tiene Alfaro para hacer su obra: establece una
relación con los pandilleros y después los matan o meten
presos antes de poder terminar su pieza.
Francis Alÿs es conocido precisamente por el tipo de trabajo
urbano que no queremos en para CiudadMúltiple. Sin embargo,
recientemente ha emprendido obras que sí tienen que ver con
este proyecto, como la que realizó para la última Bienal
de Lima, titulada "La fe mueve montañas". Aparte
de nuestros objetivos, no podemos hacer un evento público en
Panamá que solamente pueda ser recibido por el mundo artístico,
que es muy reducido.
Aquí ven una obra de Ghada Amer en las Ramblas de Barcelona.
Ella usó cajas de arena --de ésas que se usan en los
parques infantiles-para formar la inscripción: "Hoy el
70% de los pobres en el mundo son mujeres". Éste es el
tipo de obra de ella que nos interesa, al igual que esta otra hecha
en un parque en Estados Unidos, donde colocó asientos frente
a pequeñas vallas con textos que a veces se contradecían.
Este ejemplo dice: "El feminismo americano tiene un problema
masculino". Ella ya visitó Panamá y concibió
su obra. Panamá está lleno de este tipo de imaginería
publicitaria que ven aquí, hecha en un estilo local por ilustradores
vernáculos. Están también los famosos "diablos
rojos", que son los autobuses panameños, profusamente
decoradas. Ella va a pedir a varios de estos artistas que pinten una
valla de mediano tamaño a partir de un proverbio chino antiguo
que ella les dará. Estas vallas se situarán en lugares
expresivos de las contradicciones de la ciudad, donde las frases tomarán
un sentido crítico.
Aquí tienen un ejemplo de la obra de Gustavo Araújo.
Es una intervención en un anuncio enorme en la Avenida Balboa
de un mall en construcción, con figuras recortadas mayores
que la escala humana. Él proyecta adicionar esta figura en
blanco y negro de un niño pidiendo limosna. En Panamá
hay una frase equivalente al "no es fácil" que decimos
en Cuba: "la cosa está dura". La ciudad está
llena de vallas publicitarias, pero, como la cosa está dura,
ahora se encuentran bastantes vallas vacías porque no hay tanta
plata para anunciar. El artista va a invadirlas y poner un letrero
muy sencillo, negro sobre blanco, con la frase "la cosa está
dura". Por cierto, ¡sería interesante poner en Cuba
alguna con "no es fácil"!
artway of thinking es el nombre artístico de Stefania Mantovani
y Federica Thiene, dos italianas que trabajan a cuatro manos. Su obra
es muy social, se dedica a organizar eventos sociales y culturales.
Para CiudadMúltiple quieren trabajar con el puerto de Panamá,
estableciendo un vínculo Venecia-Panamá. Ya tienen algunas
ideas, como hacer un encuentro en la bahía mirando hacia la
urbe, porque Panamá es una ciudad de espaldas al mar, a pesar
de que siempre ha vivido de los océanos.
Gustavo Artigas hizo el evento que ven aquí en InSite, en la
frontera Tijuana-San Diego. Consistió en convocar a dos equipos
de secundaria norteamericanos a que jugaran basketball, y a dos equipos
de secundaria mexicanos a que jugaran fútbol, todos en la misma
cancha, en una obra que hablaba de la situación fronteriza.
Él todavía no sabe lo que va a hacer en Panamá.
Vi esta obra de Yoan Capote en la extraordinaria exposición
De un pensar abstraído, de Galería DUPP, en la Galería
Habana. Es un contenedor de basura perfumado y forrado en terciopelo,
concebido como una pieza de galería. Le propuse darle un giro
a la obra y hacerla en la realidad con los contenedores de basura
que hay en la parte vieja de Panamá, que son iguales a los
de La Habana. Así, aspiramos a vestir una docena de basureros
en la calle y dejarlos que continúen en uso, a ver qué
pasa. Mis colegas panameños dicen que doce familias del barrio
van a vestir con ellos sus juegos de sala, lo cual no sería
un mal resultado para una obra de arte. Pero, ¿quién
sabe?
Aquí ven la obra que hizo Cildo Meireles en la última
Documenta, que es el tipo de trabajo urbano que nos interesa de Cildo.
Eran simplemente unos carritos de helado que vendían paletas
de agua. Según uno iba chupando la paleta aparecía la
inscripción "disappearing element" ("elemento
en desaparición"), y, al terminar, en la paleta podía
leerse: "disappeared element" ("elemento desaparecido").
Es una obra muy sencilla, lúdica, que habla de los problemas
del agua en este planeta que se nos está volviendo inhabitable.
Juan Andrés Milanés hizo esta obra en Nueva Gerona.
Consistía en esquiar en el trópico: hizo una pista con
piedras de hielo y convocó a la gente a esquiar. En el evento
participó también el artista Esviel Jeffers Durruthy,
quien confeccionó esquís y patines de bricollage. Queremos
que ellos hagan esto en grande en Panamá. La obra será
un evento participativo popular y un comentario irónico, por
un lado, a la americanización del país, y por otro al
deseo utopista de lo que no se tiene. El conocimiento de este artista
y su obra se lo debo a Erena Hernández.
Jesús Palomino hace esta suerte de favelas con materiales prístinos.
Él aplica las técnicas muy creativas de bricollage que
emplea la gente para construir en condiciones precarias, pero lo hace
con un sentido abstracto. Son estructuras en las que se puede entrar,
pero el artista no quiere reproducir favelas de modo realísta,
sino más bien recrear su estética, sus elementos de
inventiva formal. Estas piezas casi siempre han sido concebidas para
la galería o el museo, pero nosotros le hemos propuesto hacerlas
fuera, en contraste con edificios del Panamá moderno.
Aquí ven algunas obras de Humberto Velez. Él va a trabajar
con una de las bandas que desfilan en ocasión de la fecha patria
de Panamá. Son bandas con metales, percusión y batutas,
tipo militar, una influencia norteamericana hibridada con un fuerte
acento caribeño. La Banda del Hogar es la más famosa,
y la más heterodoxa en este sentido, como podrán ver
en el video. El artista se propone hacerla desfilar fuera de tiempo
y espacio. La Banda aparecerá así en lugares insólitos
de la ciudad, fuera del marco de las celebraciones para las que únicamente
desfila. Se trata de desplazar una tradición de la ciudad hacia
contextos que la proveerán de otros sentidos.
Gu Xiong es un artista chino que salió huyendo después
de los sucesos de Tiananmen y se refugió en Vancouver. Vi una
obra suya en el barrio chino de Monrreal que me impresionó
mucho. Tomó fotos de gente que vive en ese barrio o de sus
antepasados, y sobre cada una de ellas imprimió una frase que
resumía la vida de cada persona, o declaraba lo que la enorgullecía,
según la interpretación del artista. Por ejemplo, "Yo
construí el ferrocarril", escrito en inglés, en
francés (porque es en el Canadá francófono) y
en chino. Las fotos en gran formato eran desplegadas de un lado al
otro de una avenida del barrio chino, del mismo modo que en las decoraciones
que se hacen para ciertas festividades. La obra presentaba una síntesis
de la historia del barrio a través de sus gentes, y era también
una manera de legitimar el papel de esta comunidad en la ciudad. La
instalación se titutla "Soy quien soy", frase que
aparece en una de las fotos superponiendo las frases en los tres idiomas,
en un argumento acerca de la identidad del emigrante en el nuevo medio.
Hemos pedido al artista que repita esta obra en Panamá. Es
sorprendente conocer que el 6% de la población panameña
es china pura, y se dice que el 45% tiene sangre china. Se trata de
una presencia muy fuerte y antigua en Panamá, pero carente
del reconocimiento social que merece. Con la obra de Gu queremos hacer
ganar conciencia acerca de esta comunidad. Hasta aquí los artistas.
Más que un catálogo del evento, queremos publicar un
libro profusamente ilustrado sobre la Ciudad de Panamá, que
trate de reproducir la imaginería de la ciudad. Será
también un libro sobre la ciudad latinoamericana en épocas
de globalización, ya que Panamá es un ejemplo de una
pequeña ciudad global antes de la globalización. Vamos
a pedir contribuciones a destacados ensayistas, arquitectos y urbanistas
de distintos países. Desde ahora el videoasta Rich Potter está
realizando un documental sobre el evento, pues lo concebimos como
un proceso vivo, tan importante como el resultado final.
El presupuesto de CiudadMúltiple se monta en un poco más
de 300 mil dólares, incluido el catálogo. Un proyecto
muy caro, pero barato para su escala. Nos hemos ocupado en una labor
fuerte de búsqueda de patrocinio con fundaciones en Europa
y Estados Unidos, con la empresa privada en Panamá, con el
gobierno español y otras instancias. Es muy difícil
conseguir patrocinio fuerte en esta época díficil para
la economía, y sobre todo después del 11 de Septiembre.
También para un país como Panamá, al que sólo
se relaciona con los negocios.
El proyecto fue aceptado como una de las actividades de la celebración
del centenario de la República de Panamá, que tendrá
lugar en noviembre del año próximo. Esto nos ayuda como
respaldo oficial, además de que nos han asignado 50 mil dólares,
de los cuales todavía no tenemos ni un centavo en el bolsillo.
La American Center Foundation de Nueva York nos aprobó otros
50 mil, y Hivos, de Holanda, posiblemente nos financiará el
libro-catálogo. Estamos en gestiones muy avanzadas con BBVA,
Sony y Philip Morris. Tenemos el auspicio de MEDCOM, la más
importante cadena de televisión y radio en Panamá, y
de La Prensa, el diario de mayor circulación, que nos van a
dar espacio de publicidad. Esto puede ayudarnos a conseguir plata
con la empresa privada, porque saben que van a tener imagen en la
televisión y la prensa.
Conferencia que se impartió en
el Centro Cultural de España en La Habana bajo el título
"Curar es un placer" entre el 18 y el 26 de noviembre del
2002.