Jesús Hernández-Güero creó una iconografía de la violencia

Como si estuviera en una línea de fuego, el espectador podría sentirse vulnerable –mucho más si ha vivido una experiencia similar– al caminar en la sala de El Anexo/Arte Contemporáneo. En el piso hay casquillos vacíos de balas y en la pared se exhibe una colección de 24 armas de fuego, las que se usan con más frecuencia en el país para los delitos de homicidio, robo y secuestro.

Parece una zona de guerra, sólo que las pistolas no son reales, son reproducciones a escala real, serigrafías elaboradas con pólvora. El sonido que produce el crujir de las conchas más las imágenes expuestas, sin embargo, le recuerdan al visitante que se encuentra en una ciudad que tiene a la violencia como uno de sus peores males.

Las armas no matan es el nombre de la exhibición del cubano Jesús Hernández-Güero. Es un título provocador con el que el artista llama la atención sobre si realmente son los dispositivos los que ocasionan tantas muertes violentas o es el ser humano que las utiliza. “Aunque estén hechas para una función específica, soy de los que piensa que no son ellas mismas las causantes, sino las actitudes y conductas de los individuos. ¿Acaso no lo vemos así cuando un adolescente porta una pistola como un símbolo de poder, de estatus o de venganza?”, expresa.

El miembro del Taller de Artistas Gráficos Asociados de Caracas, que cursó estudios en la Academia de Bellas Artes San Alejandro en La Habana, señala que su trabajo siempre ha partido de los medios de comunicación. Al llegar al país hizo una revisión exhaustiva de la prensa, la radio y la televisión, y notó cómo abundan las noticias de sucesos.

“Una de las cosas que más me llamaba la atención era el fenómeno de la violencia. Me di cuenta de que era algo muy grande, que se percibía inmediatamente en la paranoia que te transmite la población, pero también que era un problema mediático, porque publicaciones enteras están dedicadas a sucesos. Comencé entonces a investigar sobre las armas de fuego de mediano y largo alcance; además, revisé los datos y estadísticas, realicé entrevistas y consulté a expolicías, para que me ofrecieran datos más concretos”, indica Hernández-Güero sobre su método de trabajo. 

Realizar la iconografía de las armas le permitió conectarse con el contexto venezolano. Observó y estudió cómo se movía la sociedad, sus grandes aciertos y problemas: “La realidad de aquí es muy distinta a la cubana, los niveles de violencia incluso son mucho más altos. Sin embargo, como espectador, trato de ver este mal social un poco desde la distancia. Quiero entenderlo mejor porque, en parte, siento que hay una gran inyección de paranoia. No creo que se hayan sobrevalorado las estadísticas, sino más bien que se han recalcado mucho. Entonces, no sé hasta qué punto estar sobreinformado realmente ayuda a estar pendiente de que no te roben o si más bien te perturba psicológicamente.” 

Andreína Martínez Santiso 

Tomado del periódico El Nacional, miércoles 6 de Noviembre de 2013.