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Protesta de los Artistas Independientes 30-30
El incidente entre alumnos de la Escuela Nacional
de Bellas Artes y profesores y trabajadores de la Escuela Libre de Pintura,
es algo que debería forzosamente suceder.
A cada cambio de gobierno se produce siempre un
vaivén de pedidores de “hueso“ que preparando el halago la “ barba nacional” y las
relaciones personales, pretenden en la rebatinga de cada final de administración
subsistir méritos por ruido.
Un fenómeno constante en la renovación revolucionaria
de México, es el hecho del asalto a los puestos públicos, aprovechando
los resquicios políticos, por elementos oportunistas intrínsecamente ajenos
a la Revolución. ¿Qué es en México un artista revolucionario? Aquel que,
tomando parte activa en el empuje del pueblo en sus reivindicaciones,
hace de su obra un esfuerzo por ser útil a ese movimiento. ¿Qué género
de producción artística pude ser calificada como tomando parte en la lucha
de las masas por sus reivindicaciones?
Aquel que estéticamente contribuye a liberar el
gusto público de la educación colonial, tendiente a avasallar la ideología
popular, y más aún, el que juntamente con esta función desempeña el de
hablar directamente a las masas, animándolas a la lucha con su ética y
sirviendo su organización en la representación dialéctica del orden social
nuevo a que aspira el pueblo.
Hasta un buen excombatiente militar revolucionario,
pintando cuadros de estética académica avasallante y colonial, es en el
terreno artístico perfectamente contrarrevolucionario, y un funcionario
público, por alto que sea su puesto, si protege una manifestación cualquiera
ideológica y estética contraria a la marcha revolucionaria del pueblo
productor, se volverá por eso solo hecho un verdadero contrarrevolucionario,
un reaccionario definido, cualquiera que sea el pasado político que pudiera
alegar a su favor. Pues siendo el objetivo de la Revolucionario la renovación
de la economía y la cultura, contribuyendo ambas de acuerdo con los intereses
de los productores, este trabajo, como toda revolución, no es posible
si una teoría revolucionaria; por lo tanto aquel que pretenda detener
o siquiera estorbar el desarrollo ideológico y estético tendiente a formar la
conciencia de las masas, es un traidor a la Revolución.
El mundo entero conoce hoy el esfuerzo llevado
a cabo en el terreno del arte por elementos del pueblo productor de México,
encuadrados por los líderes artistas revolucionarios.
En todos los idiomas de los pueblos civilizados
se ha hecho de que en México se permita la libertad de pintar, la libertad
de esculpir. Desde los tiempos más remotos la plástica ha sido la mejor
manifestación artística del pueblo de México.
En medio de los ataques de los reaccionarios fanáticos
de todo el mundo contra la justa acción anticlerical del gobierno de México,
se impusieron las voces que reconocían la vitalidad de nuestro país y
su derecho a ocupar un puesto preferente entre los pueblos que, por sus
esfuerzos, forman parte de la vanguardia humana a través de la producción
de los artistas revolucionarios.
En consecuencia: Protestamos contra el intento
de los perezosos atacando a los trabajadores. Protestamos contra los oportunistas
que afianzándose en los restos de una maquinaria académica burguesa pretenden
sorprender al público, a la prensa y a los administradores del país con
falsos movimientos de seudo democracia escolar, como el actual, provocado
por el señor Fernández Urbina, escultor académico.
Y de los miembros de la administración pública,
no pedimos sino que reclamamos el mantenerse en su puesto, es decir, no
traicionar la Revolución aliándose a los reaccionarios ideológicos que
son los más peligrosos y aquellos que es más urgente destruir.
La llamada Escuela Nacional de Bellas Artes es,
a pesar de los esfuerzos que desde hace siete años se han hecho para renovarla
y hacerla útil, un foco de acción contrarrevolucionario; de él salió José
de León Toral. La verdadera Escuela de Bellas Artes son las libres de
Pintura y Escultura y la Escuela de Arquitectura.
En el edificio de San Carlos sólo deben subsistir
los talleres de arquitectura y las demás dependencias en un espléndido
museo de la producción de arte del pueblo de México, la que hoy día ni
nacionales ni extranjeros pueden ver reunida en ninguna parte.
Es preciso crear un organismo que ligue las escuelas
de Pintura al Aire Libre, la Escuela de Escultura y Talla Directa, la
Escuela de Arquitectura, con las escuelas técnicas que ya existen en excelentes
condiciones; así, sin desembolsar un solo centavo, el gobierno puede crear
inmediatamente algo positivamente eficaz para la construcción del orden
social: la Escuela Central de Artes y Ciencias de las Artes.
El dinero malgastado en el mantenimiento lamentable
del organismo gangrenado de San Carlos debe ser empleado, sin pérdida
de tiempo, en crear escuelas de arte del tipo de las de Pinturas al Aire
Libre y Escultura y Talla Directa, en todos los diferentes puntos del
país que sea posible; dentro de un año, quizá dentro de seis meses, una
concentración de producción espléndida demostraría que lo que demandamos
es absolutamente incontrovertible; la prueba previa es el juicio del mundo
entero admirado ante la producción artística realizada tan sólo en el
Distrito Federal.
Es preciso hacer inmediatamente lo que pedimos.
México, D.F., noviembre
7 de 1928
Diego Rivera, Alfredo Ramos Martínez,
Guillermo Ruiz, J. Manuel Anaya, Juana García de la Cadena, Manuel Maples
Arce, Martí Casanovas, Rosario Cabrera, Luis Martínez, Fernando Leal,
Ramón Alva de la Canal, Germán List Arzubide, Luis Islas García, Gabriel
Fernández Ledesma, David Alfaro Siqueiros, Ignacio Millán, B. Rivas Cid,
Enrique A. Ugarte, Bulmaro Guzmán, Gabriel Fernández, Francisco Dosamentes,
Rafael Vera de Córdova, Francisco Díaz de León, Tamigi Kita–gawa, Fermín
Revueltas, Francisco Plata, Cristina García de la Cadena, margarita Torres,
Erasto Cortés, Fermín Martínez, Antonio Silva, Ramón Cano, Víctor Tesorero,
carolina Smith, Manuel Villareal, Ezequiel Negrete, Roberto Velásquez,
Abelardo Ramírez, Gonzalo de la Paz Pérez, Rosendo Soto, Gonzalo Tello
y Leopoldo Méndez.
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