Réquiem para un trotamundos.
Laura Castanedo en La Habana todo noviembre
 

ZURIZADAY VIERA MUÑOZ

"Uno es (...) en la culminación de sus días, apenas un poco de memoria: la propia, la que se alcanza a retener a través de las porfías del cerebro y del corazón, y la ajena, la entretejida entre los demás seres, como una huella, como una sombra terca. El tiempo nos convierte en recuerdos y seguimos siendo por lo que podemos retener de nuestro ayer y por lo que otros se llevan consigo”.

Daniel Prieto Catillo, La memoria y el arte. Conversaciones con Juan Draghi Lucero

La artista de la plástica Laura Castanedo se ha llevado los recuerdos de su abuelo, quien ya no está, y los ha convertido en arte en la muestra Réquiem para un trotamundos que desde el pasado 28 de octubre se presenta en la Galería de la Academia de Bellas Artes “San Alejandro”.

La creadora hizo sus maletas, las de su abuelo, y vino desde su natal México para presentarnos una exposición de la que él es fuente de inspiración. Allí se presentan piezas de diversa naturaleza desde el punto de vista técnico, pero que intervienen en el espacio con un sentido unificador que es garantizado por el discurso.  

¿Qué hacer con las pertenencias de los que han muerto?. Ese cuestionamiento ha movilizado a esta artista y la ha conducido a recontextualizar algunos de los objetos de su abuelo al dotarlos de valores artísticos.  En primer lugar están las maletas que le pertenecieron, aquellas en las que el trotamundos llevaba los cursos de idioma que tanto vendió, los objetos de uso personal, los sueños de una vida. Ahora esas mismas maletas albergan sus memorias: sus corbatas, poemas, documentos, fotografías...  su historia. 

En ellas la creadora ha sabido sintesizar una historia de 86 años. Recurre a la memoria y le concede a sus piezas un carácter biográfico convirtiendo lo vivido en fuente directa de creación.  Su abuelo es el protagonista de todas y cada una de las obras, por eso su recuerdo es evocado reiteradamente. Y es en esa suerte de ejercicio como contribuye a conservar la memoria de este. 

Laura materializa esta parte de su memoria particular y la cede para que sea conocida por otros individuos que aprecian su arte. En su tarea de cronista ha seleccionado aquellos elementos que mejor hablan de la personalidad del homenajeado.  

La identificación maleta-individuo tiene un valor fundamental en tanto el equipaje es la imagen misma del propietario. En él está implícita, además,  la poética del viaje, el de toda una vida, que trasciende las fronteras territoriales para desencadenar recorridos a través del espíritu, del tiempo y la historia.  

En este sentido veremos cómo la función de la memoria como conexión entre el presente y el pasado toma fuerza nuevamente ante otra de las piezas que componen la muestra. Se trata de una alfombra, en la que la artista recurre a sus más remotos recuerdos y nos ubica un pentagrama que reproduce la Señora Santana, canción de cuna que muchos niños han disfrutado. Esa melodía, que cantaban sus abuelos a sus padres, estos a ella, y ella a sus propios hijos, ha dejado huellas como las que visualmente componen sus propias notas musicales. 

Finalmente rostros, paisajes y pulovers componen la serie de fotografías que completan la exposición. En ellas también está presente el abuelo; una de sus radiografías, protagonizada por el marcapaso que llevara, queda fundida con cada una de las imágenes fotográficas. La ubicación de este, a la derecha o a la izquierda de la composición, relativiza el objeto o sujeto contemplado. En dependencia de su emplazamiento el propio espectador puede ser el observador o el observado.  

No obstante, lo que sí todos observamos es que en Réquiem... Laura Castanedo ha acudido a una zona de su historia familiar. A través de la creación exterioriza sus sentimientos, compensa el dolor que la afecta en tanto ser humano y ofrece el lado bello en tanto artista. Es el arte quien la reconcilia con la existencia.